Aristóteles

(384-322 a.C.)

Aristóteles nace en Estagira en el 384. Viajará a Atenas, y en el 367 se producirá su ingreso en la Academia, donde será discípulo de Platón. Con el tiempo su filosofía se fue separando de la de su maestro: frente al idealismo de Platón, Aristóteles responde con un enfoque naturalista que fija su mirada en el mundo tal como se nos presenta en la experiencia sensible. Por eso a veces también se le considera un pensador realista. Fue un agudo observador de la realidad natural que le rodeaba, interesándose por todo tipo de fenómenos físicos y biológicos. Minucioso y sistemático, superó en rigor y profundidad las imprecisas propuestas de los presocráticos. Por eso podemos considerarle el fundador de muchas ciencias. Su sistema filosófico abarca prácticamente todos los saberes (viendo una lista de sus obras podemos ver la cantidad de temas que trató). Pese a ello, para explicar fenómenos como el cambio, el movimiento o la vida, Aristóteles recurrirá a ciertas nociones que están más allá de lo observable, por eso su metafísica será también importantísima. A diferencia de Platón, Aristóteles no cree que existan ideas en un mundo aparte, sino que las ve, de alguna manera, contenidas en cada ser: serán su 'forma'. Su obra en el campo de la política y de la ética será también muy importante. Aristóteles fue preceptor de Alejandro Magno, unificador de Grecia y creador del Imperio Griego. Fundó también un centro de enseñanza, el Liceo, que acabaría siendo conocido como la sede de la escuela peripatética (llamada así porque la enseñanza se impartía paseando).

Realidad y metafísica

La diferencia principal respecto a Platón es que Aristóteles elimina el mundo de las ideas. Para Aristóteles todo es physis y el conocimiento humano debe intentar ante todo explicar el movimiento y el cambio de los seres naturales, desde los seres inertes hasta los seres vivos, sin dejar de lado al más peculiar de estos últimos, el ser humano. Comencemos por el mundo de los seres inertes.

Cosmología. Aristóteles se sintió intrigado por la naturaleza de los astros y sus movimientos. Su visión general del universo queda expuesta en obras como Sobre el cielo' o Sobre la generación y corrupción. En ellas, Aristóteles distingue claramente entre (a) el mundo supralunar, el de los astros, compuestos de éter y donde no hay corrupción (el movimiento circular da lugar a ciclos perfectos); y (b) el mundo sublunar, el de la tierra que se compone de los cuatro elementos y donde hay cambio y movimientos que ya no son circulares. El tipo de movimiento más básico aquí es rectilíneo (una piedra cae en línea recta hacia el suelo). Para Aristóteles dicho movimiento se debe a una fuerza de atracción que se explica en función de la tendencia espontánea de la materia a dirigirse al lugar que le resulta más natural en virtud de los elementos que componen un cuerpo. Así, el fuego y el aire son ligeros y se mueven, por su propia naturaleza, hacia el cielo. Las piedras y el agua son pesados y se mueven hacia la Tierra. Cada cuerpo tiende a ocupar en la naturaleza el lugar que le corresponde en virtud de las propiedades de sus elementos integrantes, por eso las cosas ligeras ocupan el lugar más alto y las pesadas tienden hacia abajo. El movimiento natural contribuye a restablecer el orden propio de la naturaleza, mientras que un movimiento 'violento' interviene como perturbador y desplaza las partículas fuera de sus lugares naturales. 

Ahora bien, no todos los movimientos del mundo sublunar son rectilíneos. Aristóteles se da cuenta de que además de los grandes movimientos circulares de los astros y de los rectilíneos de la materia inerte, en la naturaleza abundan procesos de cambio que no pueden explicarse mediante la lógica de los movimientos más sencillos. De mala manera puede explicarse la transformación de una oruga en mariposa según la teoría del lugar natural. Por eso Aristóteles debe refinar su teoría. Para ello recurre a un buen número de conceptos de tipo metafísico, los cuales serán imprescindibles para explicar las transformaciones que ya no se producen en la materia inerte, sino esas que también son observables en los seres vivos. Con conceptos como los de causa, materia, forma, potencia o acto, Aristóteles llegará a conclusiones sutiles y refinadas, hasta el punto de permitirse cruzar los límites de lo empírico y sugerir la existencia de una causa primera de movimiento o el cambio, que será Dios (que será el primer motor).

Modos de ser: sustancia y accidentes

La metafísica o 'filosofía primera' trata sobre lo más general, lo más universal o abstracto, el ser en cuanto a ser. Hay muchas cosas que 'son', «el ser se dice de muchas maneras», señala Aristóteles, por lo que intentará organizar todas esas diversas maneras en torno a a una noción central que puede considerarse la forma de ser más importante. Esa noción es la de sustancia, en torno a la cual abordará las distintas categorías, que se corresponderán con todo lo que puede predicarse de algo. De este modo la metafísica será la «ciencia del ser en cuanto ser y sus atributos esenciales», una ciencia que investiga los primeros principios universales de la realidad, aquello que todo ser real debe cumplir: desde los axiomas (primeros principios indemostrables que rigen lo real) hasta las categorías (lo que se puede predicar de los seres).

Aristóteles se aproxima al 'ser' buscando lo más inmediato e intuitivo que tenemos del mismo. Puede decirse que lo busca en todo aquello de lo que decimos que 'es' de alguna manera. Ahí ya surge la primera distinción: unas cosas consideramos que son o existen por sí mismas (los seres, las sustancias), mientras que otras (los accidentes) consideramos que no existen por sí mismas (por ejemplo, el color rojo necesita darse en las cosas rojas, no existe por sí mismo). Veamos con más detalle esta diferencia. 

La sustancia. La sustancia es el ser de algo propiamente dicho, lo que cada cosa es. Es eso que debe permanecer invariable cuando algo cambia, para poder seguir diciendo que algo sigue siendo lo que es. Debemos entender esto en dos sentidos, de los que se derivan dos tipos de sustancia:

  1. Sustancia primera. Es la sustancia propiamente dicha. En sentido estricto, entendida como lo que posee existencia independiente, sustancia es cada individuo concreto. Sería el sujeto último del que se predican las cosas ('Sócrates es sabio', 'la vaca es blanca'). Ese sujeto es la base en la que tienen su existencia la especie y el género (que vienen a ser lo mismo que la esencia o forma). Una cuestión importante aquí es saber o determinar cuándo un individuo deja de ser sí mismo. Hay casos intermedios o confusos (la mariposa y la oruga, por ejemplo). Tomando el ejemplo de la vaca podemos considerar que dejará de ser ella misma cuando ya no sea una vaca, cuando haya sido —por ejemplo— sacrificada y preparada para el consumo. Ahí la sustancia será la carne resultante. Por eso Aristóteles considera que es necesario hablar de una sustancia segunda.
  2. Sustancia segunda. Ya no son los individuos, sino las especies y los géneros, es decir, el tipo de cosa que cada ser es (hombre, bóvido), algo que no existe de forma separada al margen de la sustancia primera, sino únicamente en ella. Géneros y especies expresan lo que más le es propio al individuo correspondiente, su esencia. Es algo que no puede cambiar en un individuo concreto sin que deje de ser lo que es: Sócrates podría haber dejado de ser ateniense y seguir siendo Sócrates, pero si hubiese cambiado su género y/o especie (ser humano) Sócrates ya no sería Sócrates. Especies y géneros son sustancias en un sentido secundario al no existir al margen de la sustancia primera sino únicamente en ella, pero no por ello dejan de ser algo real (no son simples conceptos), y Aristóteles tiende además a darles preferencia por ser aquello sobre lo que versa la ciencia entendida como episteme (ciencia de lo universal y necesario). En biología, ciencia predilecta de Aristóteles, resulta claro: aunque son los individuos los que existen más propiamente, sólo la especie subsiste (en otros individuos, por supuesto). Al margen de esto, más adelante veremos que la sustancia segunda coincide con lo que es la esencia o la forma de una cosa.

Accidentes. En la sustancia, entendida como esencia del ser, se dan también ciertos aspectos secundarios. Son todo aquello que en un individuo concreto no forma parte de lo que es en esencia, todo lo que puede cambiar sin que algo deje de ser lo que es. Se trata de los accidentes, que son los aspectos contingentes (no necesarios) de un determinado individuo. 

Dichos accidentes se corresponden en buena medida con todo aquello que podemos enunciar de algo. Por eso completan, junto con la sustancia, la lista de categorías aritstotélica. 

  • Sustancia: como 'el hombre' o 'el caballo'
  • Cantidad: como "dos o tres varas'
  • Cualidad: como 'blanco'
  • Relación: como 'doble' o 'mayor'
  • Lugar: como 'en el liceo' o 'en el mercado'
  • Tiempo: como 'ayer' u 'hoy'
  • Posición: como 'sentado' o 'acostado'
  • Posesión: como 'armado' o 'desarmado'
  • Acción: como 'corta' o 'camina'
  • Pasión: como 'es cortado' o 'es quemado'

La sustancia primera es lo que deviene, lo que se desarrolla, lo que está sometido a un proceso de perfeccionamiento o crecimiento; es un ser precario, sujeto a nacer y perecer. Para explicar este hecho, Aristóteles sostiene desde su teoría hilemórfica que la sustancia (el individuo concreto), es un compuesto de materia y forma.  

Hilemorfismo

La palabra hilemorfismo designa la teoría aristotélica por la que toda sustancia se compone de materia [ hylé ] y forma [ morphé o eidos ], unidas de modo tal que no podemos considerarlas separables (no es concebible la forma sin materia ni la materia sin forma).

I. Materia.  La noción de materia nos remite a lo que habitualmente entendemos por la misma, al material físico del que se compone algo. Nunca puede existir por sí sola, sin forma. Pero sí cabe cierta separación mental. Así Aristóteles distingue dos tipos de materia:

(a) materia primera: Es la materia primordial e informe (carente de forma) de la que todo surge, algo absolutamente indeterminado, carente de forma, cualidades o extensión. Es incapaz de existir independientemente, no es perceptible, sólo podemos concebirla mentalmente. Es la base de todas las materias próximas. Recuerda al ápeiron de Anaximandro o a la materia primordial que el Demiurgo de Platón 'modelaba' imitando las ideas. Seria así algo común a todos los cuerpos: el árbol, la ceniza y el humo comparten la misma materia primera.

(b) materia segunda [o próxima]: Es la materia perceptible, dotada de forma. En el caso de un hombre sería su carne, sus huesos, etc. Para que sea perceptible tiene que tener ya una cierto aspecto, estructura o, como diremos luego, 'forma'. De no ser así carne y hueso no serían diferentes. Pero aunque en la realidad toda materia se presenta siempre bajo una cierta forma, Aristóteles cree necesario que pensemos también en una noción de materia desprovista de toda forma. Será la materia primera:

II. Forma. Más que el aspecto o la figura visible de algo, debemos entender por forma el modo en que se organiza o estructura la materia. Por eso la forma será la esencia de la cosa (el universal), lo que antes se definió como sustancia segunda, es decir: la especie y el género. La forma la hace ser como es y llegar a ser, es lo que actualiza la materia.

Tanto la materia primera como la forma son eternas, siempre han existido, pero no de modo independiente, sino en el compuesto de ambas que es cada individuo concreto o sustancia. Siguiendo lo que dicho para la sustancia segunda, Aristóteles confiere prioridad a la forma. Ésta es también la esencia de cada cosa, su naturaleza, el principio inmanente de actividad.

Es importante subrayar que sólo la forma es definible (designable mediante un concepto) y cognoscible, porque es lo común a toda la especie, por lo que posee un carácter supraindividual (preexiste, como hemos dicho, al individuo). En cambio, la materia primera es incognoscible (no hay nada inteligible en ella), pero es lo que individualiza la forma/especie.  

La forma coincide en muchos aspectos con la noción de idea de Platón. Pero la forma no existe al margen de los cuerpos, sino que se transmite en el conjunto de transformaciones que se producen en la naturaleza (por ejemplo, en las sucesivas generaciones de animales de la misma especie).

Potencia y acto

Aristóteles considera que para explicar el movimiento entre el 'ser' y el 'no ser' debemos definir una tercera posibilidad, un cierto 'no ser' relativo. Por ejemplo: Puedo decir que la semilla que tengo en la mano 'es' una bellota. Y puedo decir con seguridad que 'no es' un zapato, pero no puedo decir en términos absolutos que una bellota no es la encina en la que se convertirá si la plantamos y crece. Así, la solución que propone Aristóteles es distinguir entre:

| Potencia y acto || |---|---| | Ser en potencia: posibilidad de cambiar, o desarrollarse. Por ejemplo, una bellota se puede convertir en encina y una encina en una mesa. | | Ser en acto: lo que una cosa es en la actualidad. La encina es ya la encina. |

En toda sustancia hay un ser en acto. Cuando consideramos una semilla en acto tenemos un no-ser absoluto (no es ni será un zapato) y un no-ser relativo, la potencia (puede convertirse en una encina). Los cambios naturales se siguen de la que está en potencia en la sustancia que cambia.

Cambio y movimiento

Definición y tipos. Ya estamos en condiciones de entender la definición aristotélica de movimiento o cambio: es el paso de la potencia al acto, es la 'actualización' de lo que está en potencia (mientras sigue estando en potencia). Es un estado intermedio: cuando la potencia está plenamente actualizada y el sujeto está en acto perfecto cesa el cambio, y si el sujeto está en pura potencia es que aún no está en movimiento. Aristóteles distingue dos tipos de cambio: 

  1. Cambio sustancial: la generación y la corrupción de la sustancia. 
  2. Cambio accidental: cuando lo que cambian son los accidentes. La sustancia se mantiene como lo que es. Hay de tres tipos: (1) cuantitativo cuando se refiere al crecimiento o la disminución (2) cualitativo cuando es una alteración de cualidades y (3) el locativo cuando el cambio es un cambio de lugar.

Causas del cambio. Hay cuatro (tipos de) causas. Vamos a explicarlas con el ejemplo de la escultura:

Tipo Explicación Ejemplo
Material ¿De qué está hecho?Responde de lo que está compuesto algo.  Mármol
Formal ¿Cómo está hecho? Se refiere a lo esencial, el modelo, diseño, forma. Lo que se es, la esencia.   Imagen / Plan
Eficiente ¿Quién o qué lo produce? Informa del agente responsable del cambio. Quién o qué lo hizo.  Escultor
Final ¿Para qué se hizo? Responde a la pregunta sobre la meta u objetivo de algo.  Adorar dioses

Este ejemplo se refiere a un ser artificial. En los seres artificiales como la estatua (artificialia) las cuatro causas son diferentes. En los seres naturales (naturalia) las causas formal, eficiente y final coinciden: la forma es, a la vez, causa eficiente y final porque la esencia o naturaleza propia de algo es lo que determina su desarrollo y transformación hasta conseguir el fin que le es propio. Puede decirse que la naturaleza construye los naturalia como el artista los artificialia, pero con una diferencia: la naturaleza infunde en sus obras un principio de acción autónoma, de movimiento, de autogeneración, algo de lo que es incapaz el artista. Para Aristóteles el movimiento (no violento) en los seres vivos es, por naturaleza, sustancial e intrínseco (les viene de dentro, de sí mismos, no del exterior). Esto es lo que los distingue de los inertes, que se mueven por otras causas (buscando su lugar natural o por causas extrínsecas, exteriores y accidentales), ya que no son, por sí mismos, móviles.

Dios

Hemos visto que la idea de Dios es un concepto secundario en la filosofía griega. En Aristóteles la noción de Dios adquiere una importancia algo mayor que en los presocráticos y en Platón. Pero, ¿qué papel puede jugar Dios en el pensamiento de un autor tan materialista como Aristóteles? El movimiento y el tiempo no cesarán jamás, pero Aristóteles siente la necesidad de que exista un primer motor inmóvil, causa del movimiento eterno del cosmos. En general, todo lo que se mueve es movido por otro (Física, VII, 1, 241 b 24). Pero si un motor mueve en tanto que es a su vez movido por otro, la serie de motores sería infinita y no habría una explicación del movimiento. Por tanto, tiene que haber un primer motor inmóvil que sea la causa de todo el movimiento del mundo. Ese primer motor puede entenderse de varias maneras:

Como causa eficiente. Esta concepción del primer motor aparece en su Física como causa eficiente, en contacto inmediato con la última esfera del mundo supralunar. Ese contacto no es recíproco, el primer motor toca sin ser tocado. Es eterno e inextenso. 

Como causa final. En cambio en su Metafísica (XIII), Aristóteles considera que el primer motor mueve como causa final: no es un dios creador sino, en cierto modo, lo contrario, un fin al que tienden las cosas, un objeto de amor o de deseo que actúa como el fin ideal, como una especie de atracción que hace que las cosas busquen su propia perfección a través del cambio. Esto suele conocerse por el nombre de finalismo o teleologismo.

Acto puro. En ambos casos es concebido como acto puro, como un ser inmaterial, feliz y autosuficiente. Es acto puro porque es perfecto, y su actividad es exclusivamente la de pensarse. Así, Dios es el ser por excelencia, aquél que no necesita de otro ser para existir. Pero sobre todo es el primer motor, la primera causa del movimiento del mundo. No es tanto un dios tal como ahora podemos entenderlo, sino un principio divino sin el cual nada existiría.

La vida y el ser humano

Biología. Al comienzo señalamos que el tipo de movimientos que plantea más dificultades de explicación es el de los seres vivos. Si la teoría más simple que explica el movimiento es la del 'lugar natural', podemos plantearnos la siguiente pregunta: ¿cuál puede ser el 'lugar natural' de los seres que se mueven de muy distintas maneras y que de alguna forma desafían la inercia de sus elementos materiales constitutivos? Un cuerpo tiende por su naturaleza material a caer, igual que una piedra, pero cuando está vivo posee la capacidad de moverse de múltiples formas en contra de lo que es su propia tendencia material. Aristóteles, pensador naturalista, querrá ver en la propia naturaleza de los seres vivos la causa del movimiento y del cambio.

Si un ser vivo cambia y se mueve de la manera que corresponde con su naturaleza es porque hay algo en su forma que lo anima, que le confiere la capacidad de moverse por sí mismo en un determinado medio. La bellota correctamente 'formada' germinará cuando las condiciones ambientales sean las adecuadas. Como las causas formal, eficiente y final en los seres vivos son una y la misma puede decirse que esa forma además implica un fin muy concreto (la encina).

El alma. Para Aristóteles el alma es un principio vital, es aquello por lo que vivimos, sentimos y entendemos (cf. De anima). El ser humano está compuesto de materia y forma, como cualquier otra sustancia, siendo así que la materia es el cuerpo y la forma el alma. El alma es principio de vida, la forma sustancial del cuerpo, de modo que si ésta faltara, sobrevendría la muerte.  El alma es única, ilocalizable porque no es un cuerpo ni una parte del cuerpo, sino su función. El ser vivo, y el hombre, es un compuesto unitario, y su alma está presente en todo el cuerpo como lo están todas las formas en todas las sustancias.

Funciones del alma
Vegetativa Propia de todos los seres vivos, incluidas las plantas. Causa de los cambios y movimientos que tienen como fin la nutrición, el crecimiento, el desarrollo y reproducción.
Sensible Propia de los animales, capacidad para tener sensaciones (sentidos externos e internos).
Racional o intelectiva Exclusiva del ser humano. Funciones intelectivas, relativas al entendimiento. 

«Es el alma la que mantiene, la que hace posible la unidad con el cuerpo, la que asegura su consistencia. Cuando ella se va el cuerpo se disipa y se corrompe» (De Anima, 411 b).

«El alma es "la entelequia primera de un cuerpo naturalmente organizado» (442 b 5-6). [Entelequia: la perfección, lo acabado, lo que ha llegado a su fin o meta].

Como el alma es principio de vida, Aristóteles considera que todos los seres vivos tienen alma. El alma no tiene partes, ni hay tres almas distintas, pero podemos identificar tres funciones, que van del grado más bajo al más alto en cuanto a actividad que realizan. Así, los seres vivos están organizados por niveles según las funciones anímicas que los caracterizan:

Función vegetativa. A veces llamada nutritiva. Es la única función común a todos los seres vivos. Consiste en la alimentación y la reproducción. Sin ellas no habría seres vivos. El reino vegetal posee sólo la función nutritiva.

Función sensitiva. Propia de los animales. Comprende dos funciones distintas pero relacionadas entre sí: (a) La función apetitiva, que es la de sentir (dolor, placer, deseo, apetito, etcétera); y (b) La función motriz (que es la capacidad de moverse y trasladarse en el espacio). El reino animal (excepto el hombre) posee las funciones nutritivas y sensitivas.

Función racional. También llamada pensante o intelectiva. Se trata de la capacidad, solo humana, de entender y pensar. Es la función superior y más elevada que puede poseer un ser vivo. El hombre posee las tres funciones: nutritiva, sensitiva y pensante. Es ésta última la que le caracteriza esencialmente como hombre.

Teoría del conocimiento

Nos centraremos ahora en la potencia o facultad cognoscitiva del ser humano. Al principio de la Metafísica, Aristóteles afirma que todos los hombres tienden por naturaleza a saber. Parte de las facultades del alma: la sensibilidad (capacidad para captar objetos sensibles) y el entendimiento (capacidad para entender), a las que habría que añadir la voluntad. Las dos primeras son las que nos permiten explicar el conocimiento. Así, el conocimiento puede ser sensible o intelectual.

Conocimiento sensible. Es el que compartimos con los animales. Tanto los seres humanos como los animales tenemos la capacidad de tener sensaciones (sensibilidad), y de recordar, cierta memoria que nos permite aprender de nuestras experiencias. El conocimiento, por tanto, se inicia a través de los sentidos y depende de ellos. La sensación recibe «las formas sensibles sin la materia, como recibe la cera la marca del anillo, sin el oro ni el hierro» [De an. II, 12, 424a 17-22] .

Conocimiento intelectual. El conocimiento intelectual, aunque parte del sensible, es superior y distinto. Mediante él nos distinguimos de los animales, que carecen de los modos de saber superiores o más complejos.

1. La experiencia, el conocimiento que se adquiere de forma personal y que no puede enseñarse, es el primero de los saberes de orden superior. 

2. La técnica o 'arte' es el segundo, y tiene relación con el saber hacer (esculturas, poesías, mesas, curas...) y sí se puede enseñar. 

3. La sabiduría. Sólo conocemos plenamente cuando sabemos qué son las cosas, cuáles son sus causas y principios. Este tipo de saber es la sabiduría (sophía), dentro de la cual distingue ciencia y entendimiento: (a) La ciencia (episteme) es un saber demostrativo sobre las causas, mientras que (b) el entendimiento (nous) capta aquellos principios que no se pueden demostrar, sino que estos se captan de modo intuitivo. Tales principios pueden ser: 

  1. Principios particulares. Son válidos para una sola ciencia. Ejemplo: «todos los ángulos rectos son iguales entre sí», que es válido para la geometría. Los principios propios de cada ciencia son tesis, que incluyen postulados (o hipótesis, que sostienen algo acerca de la realidad de su objeto (por ejemplo: que existe o que no existe) y definiciones. O tesis que nos dicen lo que algo es, pero sin sostener nada acerca de su realidad efectiva.
  2. Principios generales. Son principios generales, válidos para todas o varias ciencias (también llamados axiomas). Ejemplo: el principio de no contradicción que afirma que no es posible que enunciados contrarios sean verdaderos al mismo tiempo.

El paso de lo sensible a lo intelectual. Al igual que Platón, Aristóteles destaca la superioridad del conocimiento intelectual sobre el sensible, pero la relación entre ambos la explica de modo completamente diferente. En Platón, el conocimiento comienza con la actividad de los sentidos, que llevan al alma a recordar lo que conocía de su paso por el mundo de las ideas. Aristóteles también explica el conocimiento partiendo de la experiencia sensible, pero no cree que nos conduzca al conociento de ideas al margen de las cosas. No admite la existencia de un mundo de ideas (inteligible) separado del mundo sensible. No admite la teoría platónica de la reminiscencia porque niega la existencia del alma antes del nacimiento (no hay forma sin materia).

Aristóteles tiene una visión más cercana a la contemporánea, es más empírico. Los sentidos son facultades gracias a las cuales percibimos cada cosa, los individuos concretos u objetos sensibles. El conocimiento intelectual será la continuación del sensible. Pero las ideas no están en el alma, sino que son producto de la abstracción, del proceso mediante el cual llegamos al tipo de ser de cada cosa desde las imágenes o datos sensibles. Aristóteles acepta la existencia de ideas, pero no como realidades separadas de las cosas. Las ideas son las esencias, los conceptos universales formados por inducción y abstracción gracias a la actividad de nuestro intelecto. 

Mediante la observación captamos los elementos comunes en un conjunto de objetos, concluyendo que pertenecen a una misma clase a pesar de las diferencias accidentales entre ellos. Llamamos 'aves' a los animales que tienen plumas y alas, tanto si vuelan o no. La palabra 'ave' designa la esencia, lo que hace que algo sea tal cosa y no otra, lo que hace que algo pertenezca a una clase de individuos. La esencia no está separada de la cosa de la que se predica, pues viene a estar determinada por su forma. Aristóteles entiende por universal el término con el que se designa una clase de objetos (especie y género), y por definición entiende la descripción de la esencia permanente de una cosa. Decir que 'el hombre es un animal racional' sería un intento de definir lo esencial del hombre. 

El entendimiento. El entendimiento es la facultad fundamental del conocimiento inteligible. Por un lado es el que capta los primeros principios mencionados anteriormente. Por otro lado es el encargado de realizar el proceso de abstracción. Si todo conocimiento parte de nuestras percepciones o sensibilidad y culmina en el conocimiento intelectual del concepto universal, la esencia o forma, Aristóteles debe explicar con más detalle cómo se produce ese paso de lo particular (la sensación) a lo universal (la esencia). Se conoce a través de un proceso de inducción. Para lograr conocer la esencia universal también intervienen la imaginación, entendida como la capacidad para producir imágenes mentales, y la memoria, la capacidad de conservar y recordar oportunamente las imágenes. Pero imaginación y memoria no son suficientes para conocer lo que algo tiene de universal. El paso de las imágenes particulares (tanto sensibles como mentales) al conocimiento de las esencias o formas es tarea del entendimiento, en el que Aristóteles distingue dos facultades diferenciadas:

  1. El entendimiento agente, que nos permite conocer la esencia de los seres. Tiene la función de abstraer las cualidades particulares de la imagen creada por la imaginación y la memoria y elaborar un concepto que refleje lo esencial, lo universal (la forma). El entendimiento agente es universal e inmortal (de lo contrario podría darse el caso de que pudiésemos identificar múltiples esencias en los seres, lo cual no resulta admisible para Aristóteles). También llamado 'activo'.
  2. El entendimiento paciente, que retiene las abstracciones posibilitando los juicios. Iluminado por el agente 'conoce' el universal (el concepto, la forma) y lo aplica a los casos particulares. El entendimiento paciente, a diferencia del agente, es individual y mortal.

Métodos de conocimiento. En función de lo anterior, Aristóteles distingue dos métodos de conocimiento:

Deducción: Cuando partiendo de varias premisas se sigue una conclusión necesaria. El ejemplo más claro son los silogismos («todos los hombres son mortales, Sócrates es hombre, Sócrates es mortal», por ejemplo).

Inducción: Supone el paso de lo particular a lo general, el «paso de las cosas individuales a los conceptos universales» [Top. I,12, 105a 10-20] («Sócrates es mortal, Platón es mortal, Kant es mortal, Descartes es mortal... todos los hombres son mortales»). También hay conocimiento inductivo cuando viendo muchos seres del mismo tipo somos capaces de separar la esencia de los accidentes.

Clasificación de las ciencias y saberes. Aristóteles distingue varios grados dentro del conocimiento intelectual: arte, prudencia, ciencia, entendimiento. En su libro VI de Ética a Nicómaco, clasifica las ciencias y saberes propios del ser humano según sean ciencias puras (las llamaremos ciencias) o saberes (no propiamente ciencias).

Lógica. Aristóteles fue el creador de la Lógica. La lógica aristotélica pretende ser un método para que la argumentación sea rigurosa y coherente, preocupándose no tanto del contenido de los argumentos como de la validez de su estructura. Analizará la forma de las argumentaciones buscando cuáles son las correctas (modos del silogismo válidos) y cuáles las incorrectas (falacias). La lógica no es una ciencia, sino que es una herramienta o disciplina común a todas las ciencias. 

Ética

La ética de Aristóteles se se caracteriza por ser una ética de fines en la que la felicidad aparece como el último y más importante de los objetivos a los que aspira el ser humano. Conseguir la felicidad depende del ejercicio de la virtud, que es entendida como el hábito de ejercitar y usar la más humana de nuestras facultades (la razón) tanto para comprender el mundo (vida contemplativa, virtudes dianoéticas) como para guiarnos en los asuntos prácticos del día a día (virtudes éticas, término medio). Veámoslo con más detalle:

Ética teleológica. La ética de Aristóteles es una ética de fines (o teleológica) porque trata de los objetivos propios de la vida humana, es decir, de los fines últimos de la acción humana. Vimos que cada elemento o sustancia material tienen un lugar que les es natural y al que tienden de forma espontánea. Los seres vivos no somos del todo diferentes. Del mismo modo que cada cosa en el mundo busca su lugar natural, cada ser vivo es feliz si realiza la actividad que le es más propia, la actividad que le es más natural. El alma humana tiene un estado hacia el que tiende de forma natural: la felicidad.

Ética eudemonista. Decir que la ética de Aristóteles es eudemonista es lo mismo que decir que es una ética que investiga el camino que debemos seguir para ser felices. La felicidad [eudaimonía] consiste en desarrollar y cumplir lo propio de cada ser de acuerdo a su esencia, en realizar la actividad que le es más natural. En el Libro X de la Ética a Nicómaco señala que la felicidad es un fin en sí misma (se busca por ella misma, no como medio para conseguir otra cosa), la cual se alcanza mediante ejercicio de lo más divino que hay en el hombre, la facultad racional o intelectual del alma. El alma aspira a llevar una vida de conocimiento o vida contemplativa. La vida contemplativa es el tipo de vida al que toda alma racional tiende por naturaleza, es la meta o fin (telos) que el ser humano pretende alcanzar, pues su felicidad depende de ella. Sólo ella es perfecta y autárquica (autosuficiente). Se trata del conocimiento de los seres y especialmente del ser supremo, el motor inmóvil. Una vida absolutamente contemplativa sería una vida propia de dioses, inalcanzable para el ser humano, siendo la felicidad absoluta exclusivamente propia del primer motor inmóvil (Dios).

La virtud.  Aristóteles también define la felicidad como «la actividad del hombre conforme a la virtud». Así, La virtud o excelencia [ areté ] es aquello que debe practicarse para conseguir la felicidad. Se trata de algo que debe realizarse de forma constante («una golondrina no hace verano», dice, para transmitirnos que ser virtuosos un día no nos hace felices), por eso el ejercicio de la virtud debe ser un hábito, una disposición adquirida por la práctica frecuente. Eso implica que interviene la voluntad como facultad humana, no adquiriéndose meramente a través de la educación y el saber, como sostenían Sócrates y Platón. Saber qué es el bien, no implica hacer el bien, junto a un buen entendimiento que nos ayude a determinar fines y medios, es necesaria la voluntad, que nos mueve o impulsa a obrar. A este saber obrar conforme a la razón, lo llama Aristóteles prudencia

Virtudes éticas y dianoéticas. Lo fundamental para alcanzar la felicidad será perfeccionar esta característica racional. Pero la razón podemos aplicarla de dos maneras diferentes. Esas dos maneras definen dos tipos diferentes de virtudes:

  1. Las virtudes dianoéticas o intelectuales. Son las que perfeccionan el entendimiento o se derivan de su ejercicio. Se adquieren a través de la educación y se relacionan con la parte racional del alma. Son las relacionadas con el ideal de vida contemplativa. Ejemplos: la sabiduría o la contemplación, la reflexión. Las principales son el entendimiento, ciencia, arte (y la prudencia, ver abajo).
  2. Las virtudes éticas y el término medio. El ser humano no es solo entendimiento, también tiene necesidades materiales y sociales que debe satisfacer para gozar plenamente de la felicidad de la vida contemplativa. Siempre está inmerso en asuntos relativos a esas necesidades, por eso además de las dianoéticas hay otro tipo de virtudes que tienen que ver con cómo hemos de conducir nuestra vida para que podamos dedicarnos al desarrollo de la facultad intelectiva. Son las virtudes éticas (también llamadas morales o prácticas). Son las relativas a la consecución y el goce de los bienes materiales y sociales. En estas virtudes el hábito es si cabe más importante que en las dianoéticas, pues se adquieren a través de la costumbre. La virtud ética también se define en Aristóteles como un hábito de determinar con prudencia el término medio entre dos extremos o vicios, uno por exceso y otro por defecto. El fin es dominar la parte irracional del alma (vegetativa y sensitiva). Aunque las virtudes éticas se identifican con el término medio entre dos extremos, dicho término medio no es igual para todos, cada uno haciendo uso de la prudencia y en función de sus circunstancias debe determinar el suyo, por lo que el término medio es personal, no universal.

La prudencia. Entre las virtudes destaca especialmente la prudencia, que es el hábito de encontrar el término medio en cada situación. Presupone la capacidad de sopesar racionalmente cada situación para encontrar el término medio que más se ajusta a la misma. ¿Qué tipo de virtud es la prudencia? Generalmente se clasifica dentro de las virtudes dianoéticas (en buena parte porque no es un término medio y parece requerir el uso de cierta facultad intelectiva o del entendimiento), pero tenemos que tener en cuenta que no forma claramente parte de la vida contemplativa, pues nos ayuda a encontrar el término medio que en cada caso, es decir, en el contexto práctico que nos afecta.

Sociedad y política

Ser social por naturaleza. El enfoque de los asuntos políticos en Aristóteles sigue la inclinación naturalista que impregna toda su filosofía. Para Aristóteles el ser humano es un ser social por naturaleza. Aisladamente, los seres humanos no podemos lograr nuestro fin (la felicidad). Necesitamos vivir en comunidad para conseguirlo, porque somos un animal político (zoon politikón, Pol. I.2. 1253a). Ese carácter político (comunitario o gregario) del ser humano se explica por su disponer del lenguaje, del habla y la escritura, mediante las que se transmite la cultura, la tradición, la moralidad y el contenido de las leyes que nos rigen. La naturaleza no hace nada en vano, siempre persigue un fin, y el don del lenguaje nos sirve para comunicarnos y organizar nuestra convivencia.

Organicismo social. Aristóteles, al igual que Platón y contrariamente a los sofistas (que defendían una teoría contractual de la sociedad) considera que la sociedad se asemeja a un gran organismo autosuficiente y autónomo. El Estado es como una especie de 'ser natural' que no surge como resultado de un pacto o acuerdo convencional entre hombres, sino que es natural al ser humano, que pertenece a su misma esencia o naturaleza. El Estado se comporta como si fuera un organismo o un ser vivo que, como cualquier otro, tiende a un fin. Dicho fin será la felicidad de los ciudadanos.

«Estas dos primeras asociaciones, la del señor y el esclavo, la del esposo y la mujer, son las bases de la familia, [...] La primera asociación de muchas familias, pero formada en virtud de relaciones que no son cotidianas, es el pueblo, que justamente puede llamarse colonia natural de la familia,[...] La asociación de muchos pueblos forma un Estado completo, que llega, si puede decirse así, a bastarse absolutamente a sí mismo, teniendo por origen las necesidades de la vida, y debiendo su subsistencia al hecho de ser éstas satisfechas. Así el Estado procede siempre de la naturaleza, lo mismo que las primeras asociaciones, cuyo fin último es aquél; [...] De donde se concluye evidentemente que el Estado es un hecho natural, que el hombre es un ser naturalmente sociable, y que el que vive fuera de la sociedad por organización y no por efecto del azar es, ciertamente, o un ser degradado, o un ser superior a la especie humana;» [Política, Lib. I, cap1]

Tipos de comunidad. Aristóteles nos da una visión genética del surgimiento de la polis (ciudad estado, o simplemente Estado) como forma de organización política. Para ello distingue entre varios tipos de comunidad: (1) Las familias surgen de la necesidad de la especie humana para procrear y subsistir como especie, de la insuficiencia del hombre aislado. Esta es la unión primera. (2) Luego surge la aldea o pueblo como agrupación necesaria para satisfacer las necesidades primarias y cotidianas. Una familia no puede procurarse a sí misma de todo lo necesario. (3) La polis es la culminación de este proceso. Su fin no es ya la subsistencia. No se trata ya de vivir, sino de vivir bien, de procurar la felicidad a todos sus miembros. Es necesario: el hombre sólo alcanza la felicidad y la vida plena en comunidad, como ciudadano.

Cronológicamente, el individuo y la familia son anteriores al Estado, pero si consideramos la visión organicista en la que los individuos son partes constitutivas de una comunidad mayor, el Estado tendrá preponderancia sobre el individuo, pues desde ese punto de vista el todo es más importante que las partes. El individuo necesita del Estado, y solo el Estado se basta a sí mismo. El Estado es autárquico, mientras que el individuo y la familia no lo son. Los seres humanos necesitamos de la comunidad política para ser lo que somos, no nos bastamos a nosotros mismos (no somos panaderos, agricultores, pescadores al margen del resto, cada uno tiene unas capacidades y realiza una función en la sociedad).

Ética y política. Ética y política no se dan por separado, ambas se refieren al bien del ser humano. El bien de la polis y el del individuo coinciden, pues la felicidad de la comunidad como un todo es la suma de la felicidad de cada individuo. Sólo en una polis feliz alcanzarán la felicidad los hombres. El Estado, además, ha de educar a sus ciudadanos en la virtud y posibilitar así su felicidad. 

La prioridad a la que nos acabamos de referir, no significa que Aristóteles niegue importancia al individuo. El Estado no es fin en sí mismo, sino que su fin es la felicidad y la perfección de los ciudadanos. Ética y política se refieren así la una a la otra. 

«...así el Estado, como el hombre, no prosperan sino a condición de ser virtuosos y prudentes; y el valor, la prudencia y la virtud se producen en el Estado con la misma extensión y con las mismas formas que en el individuo; y por lo mismo que el individuo las posee es por lo que se le llama justo, sabio y templado.» [Política, Lib. IV, Cap. 1]

Tipos de gobierno. Aristóteles clasifica los tipos de gobierno, regímenes o constituciones, dependiendo de si son o no son justos y del número de gobernantes: uno solo, unos pocos o la mayoría. En términos cualitativos, estas formas podrán ser justas o injustas, atendiendo a si su mira está puesta en el bien particular o en el bien común. Son formas justas las que se preocupan y trabajan por el bien y el interés común. Cuando se desvían de la justicia (principal virtud política) y se orientan al interés particular y degeneran respectivamente en las formas injustas de gobierno: 

Soberanía Forma justa Forma injusta
Un solo hombre Monarquía Tiranía
Unos pocos Aristocracia (gobierno de los mejores, los aristoi) Oligarquía
El pueblo o demos Democracia Demagogia

Aristóteles no se decide a calificar ningún modelo de gobierno como ideal, ya que lo que sea un buen o mal gobierno depende de muchas circunstancias. En el libro IV o VII de su Política (según dif. ed.) sostiene que el mejor régimen será una mezcla de las virtudes de los tres gobiernos justos antes mencionados, lo que sería denominado por Aristóteles como Politeia o República.

Justicia y ciudadanía. La justicia es la principal virtud política. La justicia social se da cuando el gobierno no busca intereses particulares y promueve la realización de la virtud en todos los ciudadanos. Sin embargo, Aristóteles tiene una noción de ciudadano algo restringida: ser ciudadano significa tener la capacidad de ejercer funciones deliberativas (judiciales, de gobierno) y de defensa y sólo los ciudadanos tendrán derecho a la propiedad. Excluye de la ciudadanía a los obreros, labradores, artesanos y comerciantes, pues están interesados en cuestiones materiales y no poseen la razón ni la educación para llegar a la verdad y a la virtud. Las mujeres y los esclavos tampoco son considerados ciudadanos. Los ciudadanos son sólo los "propietarios virtuosos y ociosos".

Uno de los puntos menos afortunados de su teoría política es precisamente su justificación de la esclavitud. Para Aristóteles el que haya esclavos es algo natural (no convencional). El esclavo lo es por naturaleza: al ser su entendimiento limitado no sirve más que para trabajar y ser mandado. El esclavo es considerado como una propiedad viva, un hombre de otro, y que como propiedad es un instrumento de uso individual. 

Durante la juventud es conveniente, según Aristóteles, que los ciudadanos se centren en funciones defensivas, y durante la madurez que se alternen según su mérito en las labores de gobierno ejerciendo las magistraturas, entre las que se encontraría incluida la capacidad legislativa, cuya finalidad debe ser la de realizar leyes justas y duraderas que promuevan la estabilidad necesaria para la prosperidad. Considera, como Platón, que un elemento fundamental para la buena marcha de la República es una educación esmerada a cargo del Estado. También de tipo práctico: el legislador o el político debe ser alguien que no sólo tenga conocimientos teóricos, sino que debe haberse habituado a la aplicación práctica de su intelecto. Debe, al igual que en la vida privada, ser prudente y encontrar en cada situación su término medio.

Abreviaturas

De an. De anima [Acerca del alma, ed. Tomás Calvo Martínez. Gredos.]