Tomás de Aquino | Temas PAU

✒︎ Dios

Tomás de Aquino es el principal representante de la escolástica medieval, y por tanto resulta evidente la importancia que la teología y el tema de Dios van a tener en su pensamiento. Su filosofía se asienta en principios aristotélicos, a diferencia de lo que ocurre con otros filósofos medievales, como Agustín de Hipona. Tomás de Aquino piensa que hay verdades naturales (o racionales) y verdades de fe (reveladas), las cuales no pueden entrar en contradicción. Además también considera que hay verdades a las que podemos llegar tanto a través de la fe como a través de la razón, y la existencia de Dios es una de ellas. Son los ‘preámbulos de la fe’. Las famosas cinco vías son un ejemplo de ello. En ellas, y en línea con el naturalismo de Aristóteles, parte de nuestra experiencia del mundo sensible y aplicando unos principios metafísicos que considera evidentes (en relación con la noción aristotélica de causalidad o la imposibilidad de remontarnos al infinito) llega a lo que él considera que es una demostración racional de la existencia de dios. Cada una de las vías se distingue por el tipo de hechos que observa (movimiento, relaciones de causa y efecto, contingencia de los seres, grados de perfección y orden del mundo). Por ejemplo: en la primera vía parte de la constatación del movimiento del mundo y asume como principios que todo lo que se mueve es movido por otra cosa que también tuvo a su vez que recibir su movimiento de otra. Como Tomás de Aquino no cree que podamos establecer una cadena infinita acaba sosteniendo que es necesario que exista un primer motor inmóvil (Dios). Así, además de demostrar la existencia de Dios, llega a encontrar algunos de sus atributos (motor inmóvil, causa primera, ser necesario, creador, perfecto, y máxima inteligencia). Como parten de nuestra percepción sensible, estas pruebas se consideran 'a posteriori', en contraposición al argumento ontológico de San Anselmo, que se considera 'a priori' por demostrar la existencia de Dios a partir del propio concepto de Dios. También es notable la diferencia respecto a Agustín de Hipona, que daba más importancia a la interioridad. Por último, pese a conocer algunos de sus atributos, Tomás de Aquino considera que la esencia de Dios, su naturaleza última nos es desconocida, y que debemos aceptar las verdades reveladas (como el dogma de la Trinidad) para conocer con más detalle la naturaleza divina.

Realidad y/o conocimiento

Metafísica, antropología y teoría del conocimiento forman para Tomás de Aquino un bloque coherente en el que las ideas principales están relacionadas entre sí. Dos son las bases sobre las que elabora su visión de de la realidad: Aristóteles y el cristianismo. De Aristóteles toma los conceptos fundamentales (hilemorfismo, potencia y acto, sustancia, causas...) mediante los que intenta explicar los dogmas del cristianismo, como que el mundo es un mundo creado en el que cada cosa presenta distintos grados de participación en el ser.

Para Tomás de Aquino, conocer el mundo es un paso para conocer a Dios. En este camino, la verdad surge como la correspondencia entre el objeto de conocimiento y nuestro pensamiento, como la ‘adecuación del entendimiento y la cosa’. Distingue dos tipos de verdades que se corresponden con dos tipos fundamentales de conocimiento: (a) Verdades de fe, que son conocidas por revelación, y (b) verdades de razón, filosóficas, no reveladas, demostrables. Hay verdades comunes a la filosofía y a la teología revelada. Son los preámbulos de la fe, cuyo principal ejemplo sería la propia existencia de Dios: unos creen en Dios porque creen en la palabra revelada, otros porque logran demostrarlo racionalmente. Por tanto, no son tipos de verdades incompatibles. La verdad, en el fondo, es una, pues Dios es único, y no puede haber conflicto entre las verdades de la fe y las de la razón. Cuando se presenta un conflicto entre un dogma y una afirmación de la razón, se considera que la razón está equivocada. Así, Tomás descarta la 'teoría de la doble verdad' de los averroístas latinos, que creen que la verdad revelada y la racional pueden contradecirse.

Tomás intenta conciliar razón y fe. Dios nos ha dado la razón para que la usemos, y debemos usarla hasta donde se pueda. Además de servir para esclarecer los misterios de la fe o para defenderla de las críticas, la razón tiene su dominio propio. La revelación tiene sentido, hay razones de fe que no es posible conocer de otro modo, es útil para quienes no tienen capacidades o tiempo (no todo el mundo puede llegar a dichas verdades mediante la razón) y nos hace evitar errores a los que tendemos por nuestra naturaleza imperfecta. Pero el Aquinate comienza a esbozar una nueva autonomía para la razón que debe desarrollarse libremente, siguiendo sus exigencias propias.

Siguiendo a Aristóteles, Tomás de Aquino considera que nuestro conocimiento comienza por los sentidos (lo que no ‘entra’ por los sentidos no puede ser captado por la inteligencia). Necesitamos la percepción para conocer, solo podemos razonar a partir de los datos de los sentidos. Por eso no podemos comprender por medio de la razón la sustancia de Dios. Dios excede las posibilidades de comprensión de la razón.

Las percepciones sensibles dejan en la imaginación ('fantasía') o memoria una imagen o representación ('fantasma'). El entendimiento agente es la capacidad de abstracción que actúa sobre las imágenes sensibles, despojándolas de sus elementos individuales. Abstrae las formas de la materia individual, de las imágenes particulares, convierte en universales las representaciones sensibles particulares. Por eso, lo que el entendimiento conoce primera y directamente es el universal. Los universales están solo en nuestra mente (Tomás es un realista moderado: los universales existen, pero no fuera de nosotros). El entendimiento sólo conoce a los seres en su individualidad de modo indirecto, por una especie de reflexión, al desviar o detener su atención en las imágenes particulares.

El entendimiento humano es un entendimiento finito que, a diferencia del entendimiento intiuitivo de los ángeles, no conoce en acto los inteligibles. Solamente tiene la potencia (o posibilidad) de conocerlos a través de sucesivos juicios. A partir de las abstracciones realizadas por el entendimiento agente, el entendimiento paciente actúa de manera discursiva elaborando juicios.

No conocemos directamente al individuo como tal; pero por una especie de ‘giro hacia el fantasma’, podemos aplicar los conceptos a los individuos en juicios.

También cabe señalar que existe la posibilidad para el entendimiento humano de conocer sustancias inmateriales; pero en ese caso, es sólo un conocimiento por analogía.

Ser humano

  • Teoría Hilemórfica: unión alma y cuerpo, alma principio de la vida
  • Inmortalidad del alma: demostración (conocimiento,  deseo de inmortalidad)

Siguiendo la teoría hilemórfica de Aristóteles, para Tomás de Aquino el ser humano está compuesto de materia (cuerpo) y forma (alma). La diferencia fundamental respecto a Aristóteles es que Tomás admite el dogma cristiano de la inmortalidad del alma y considera que el alma puede existir sin el cuerpo.

El alma es el principio vital, lo que hace que el cuerpo tenga vida, por eso también piensa que es una substancia capaz de subsistir por su cuenta, aunque privada de un cuerpo no pueda llevar a cabo la mayoría de sus funciones (pues dependen de su relación con el cuerpo). Cada alma humana es creada individualmente por Dios y el deseo que el alma tiene de ser inmortal es para Tomás de Aquino una prueba de que puede serlo, pues Dios no crea deseos que no pueden satisfacerse.

Siguiendo también a Aristóteles, dentro de la naturaleza del alma Tomás reconoce unas funciones vegetativa, sensitiva e intelectiva, señalando esta última como la superior y más propia del ser humano. Junto al entendimiento (agente y posible), la voluntad es una facultad importante del alma humana. Nos oriente hacia el bien común.

Otro aspecto importante de la concepción del ser humano es que Tomás considera al hombre como ‘persona’, es decir, como "sustancia individual de naturaleza racional".

Se orienta de forma natural hacia dos fines: uno natural, la felicidad en el mundo, la cual no satisface completamente el deseo y capacidad de felicidad del ser humano. Por eso considera que el ser humano también tiene un fin sobrenatural, que se corresponde con la felicidad después de la muerte en virtud de una contemplación directa de la naturaleza de Dios.

Ética y/o moral

Pese a estar claramente influida por el platonismo agustiniano (que pone el bien como fin y que distingue diversos grados de bondad), la ética de Tomás de Aquino es claramente aristotélica. Al igual que Aristóteles, Santo Tomás defiende una ética eudemonista dentro de una visión teleológica de la vida humana. Actuamos siguiendo un fin que se desea de por sí, que no es un medio para conseguir otro, dicho bien es la felicidad. Ahora bien, a diferencia de Aristóteles que solo tiene en cuenta una felicidad terrenal Tomás distingue entre una felicidad terrena (natural) y otra celeste (sobrenatural).

La primera es una felicidad imperfecta, que puede conseguirse en esta vida mediante el ejercicio de las capacidades naturales del ser humano (conocimiento filosófico de Dios obtenido a partir de las criaturas y ejercicio de las virtudes naturales). La segunda es la felicidad perfecta, solamente alcanzable tras la muerte con la contemplación directa de Dios. Esa contemplación no es, además, alcanzable por el hombre si sus fuerzas naturales no reciben ayuda, precisa de la gracia divina.

Fin natural y sobrenatural no se excluyen mutuamente. El fin natural del ser humano viene también marcado u orientado por la ley natural (que es una manifestación de la ley eterna con la que Dios gobierna el mundo). Esta ley es la misma para todos los hombres y se corresponde con unas tendencias que se derivan de su naturaleza. El ser humano, por ser racional las conoce y deriva ciertas formas de conducta basadas en la propia naturaleza:

  • Tendencia a conservar su propia existencia, de la que se sigue el deber moral de conservar la vida.
  • Tendencia a procrear, de la que se sigue el deber moral de la pareja y la educación de los hijos.
  • Tendencia a conocer la verdad y a vivir en sociedad (que es la ordenación racional de la convivencia, de la que surge la obligación de buscar la verdad y respetar la justicia.

En el plano ético la ley natural define las condiciones de la felicidad. En el plano político la ley natural se convertirá en la base de las leyes (ley positiva).