Comentarios de texto

En esta sección se irán incluyendo los distintos modelos de comentarios de texto, entre los que estarán los textos que trabajemos en clase. La versión completa del texto de puede consultarse en este enlace.

Texto 1 | El papel de la experiencia

No hay duda alguna de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia. Pues ¿cómo podría ser despertada a actuar la facultad de conocer sino mediante objetos que afectan a nuestros sentidos y que ora producen por sí mismos representaciones, ora ponen en movimiento la capacidad del entendimiento para comparar estas representaciones, para enlazarlas o separarlas y para elaborar de este modo la materia bruta de las impresiones sensibles con vistas a un conocimiento de los objetos denominado experiencia? Por consiguiente, en el orden temporal, ningún conocimiento precede a la experiencia y todo conocimiento comienza con ella. Pero, aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso procede todo él de la experiencia. | CRP, Introducción, B1-2.

Explicación (no comentario): Resolver la oposición entre racionalismo y empirismo hace que Kant tome una postura intermedia entre ambas corrientes, la cual es posible mediante un cierto giro copernicano que pone al sujeto como elemento básico en la producción de conocimiento. Este texto gira sobre ese asunto. Comienza con una afirmación que nos recuerda claramente la postura del empirismo: todo conocimiento comienza con la experiencia y no puede haber conocimiento sin experiencia. Pero donde el empirista ve una hoja en blanco en la que los objetos se ven representados tal como son, Kant considera que el sujeto impone sus condiciones o estructuras cognitivas al objeto conocido. Por eso nos dice que "aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso procede todo él de la experiencia." Lo que no es experiencia es eso que «nuestra propia facultad de conocer produce a partir de sí misma», las formas a priori de la sensibilidad y el entendimiento, que son las fuerzas activas que generan el conocimiento a partir de los materiales que proporcionan nuestros sentidos. Es difícil darnos cuenta de cómo actúan esas formas a priori, pero Kant considera que debemos intentar hacerlo, porque en ellas están las condiciones de posibilidad de los juicios sintéticos a priori que forman la ciencia.

Texto 2 | Distinción entre juicios analíticos y sintéticos

En todos los juicios en los que se piensa la relación entre un sujeto y un predicado (me refiero sólo a los afirmativos, pues la aplicación de los negativos es fácil [después]), tal relación puede tener dos formas: o bien el predicado B pertenece al sujeto A como algo que está (implícitamente) contenido en el concepto A, o bien B se halla completamente fuera del concepto A, aunque guarde con él alguna conexión. En el primer caso llamo al juicio analítico; en el segundo, sintético. Los juicios analíticos (afirmativos) son, pues, aquellos en que se piensa el lazo entre predicado y sujeto mediante la identidad; aquellos en que se piensa dicho lazo sin identidad se llamarán sintéticos. Podríamos también denominar los primeros juicios explicativos, y extensivos los segundos, ya que aquéllos no añaden nada al concepto del sujeto mediante el predicado, sino que simplemente lo descomponen en sus conceptos parciales, los cuales eran ya pensados en dicho concepto del sujeto.

¿Qué es un juicio? ¿Cuál es la importancia de los tipos de juicios para la ciencia? ¿Podéis poner algún ejemplo?

Texto 3 | Sensibilidad y entendimiento

Como introducción o nota preliminar, sólo parece necesario indicar que existen dos troncos del conocimiento humano, los cuales proceden acaso de una raíz común, pero desconocida para nosotros: la sensibilidad y el entendimiento. A través de la primera se nos dan los objetos. A través de la segunda los pensamos. Así, pues, en la medida en que la sensibilidad contenga representaciones a priori que constituyan la condición bajo la que se nos dan los objetos, pertenecerá a la filosofía trascendental. La doctrina trascendental de los sentidos corresponderá a la primera parte de la ciencia de los elementos, ya que las únicas condiciones en las que se nos dan los objetos del conocimiento humano preceden a las condiciones bajo las cuales son pensados.

  • ¿Qué significa “se nos dan los objetos”?
  • ¿Qué resulta del hecho de pensarlos?
  • ¿Qué sentido tiene la palabra a priori en el texto?
  • ¿Qué significa la última frase?

Texto 4 | La metafísica como ciencia (I)

Esta última cuestión, que se desprende del problema universal anterior, sería la siguiente: ¿cómo es posible la metafísica como ciencia? En último término, la crítica de la razón nos conduce, pues, necesariamente a la ciencia. Por el contrario, el uso dogmático de ésta, sin crítica, desemboca en las afirmaciones gratuitas —a las que pueden contraponerse otras igualmente ficticias— y, consiguientemente, en el escepticismo. Tampoco puede tener esta ciencia una extensión desalentadoramente larga, ya que no se ocupa de los objetos de la razón, cuya variedad es infinita, sino de la razón misma, de problemas que surgen enteramente desde dentro de sí misma y que se le presentan, no por la naturaleza de cosas distintas de ella, sino por la suya propia. Una vez que la razón ha obtenido un pleno conocimiento previo de su propia capacidad respecto de los objetos que se le puedan ofrecer en la experiencia, tiene que resultarle fácil determinar completamente y con plena seguridad la amplitud y los límites de su uso cuando intenta sobrepasar las fronteras de la experiencia.

Texto 5 | La metafísica como ciencia (II)

Por ello ha habido siempre en todos los hombres, así que su razón se extiende hasta la especulación, algún tipo de metafísica, y la seguirá habiendo en todo tiempo. Preguntamos, pues: ¿cómo es posible la metafísica como disposición natural?, es decir, ¿cómo surgen de la naturaleza de la razón humana universal las preguntas que la razón pura se plantea a sí misma y a las que su propia necesidad impulsa a responder lo mejor que puede? Pero, teniendo en cuenta que todas las tentativas realizadas hasta la fecha para responder estas preguntas naturales (por ejemplo, si el mundo tiene un comienzo o existe desde toda la eternidad, etc.) siempre han chocado con ineludibles contradicciones, no podemos conformarnos con la simple disposición natural hacia la metafísica, es decir, con la facultad misma de la razón pura, de la que siempre nace alguna metafísica, sea la que sea. Más bien ha de ser posible llegar, gracias a dicha facultad, a la certeza sobre el conocimiento o desconocimiento de los objetos, es decir, a una decisión acerca de los objetos de sus preguntas, o acerca de la capacidad o falta de capacidad de la razón para juzgar sobre ellos. Por consiguiente, ha de ser posible, o bien ampliar la razón pura con confianza o bien ponerle barreras concretas y seguras.

Clave interpretativa: En este texto Kant señala que la metafísica ha existido siempre y sugiere que es fruto de una tendencia natural de la propia razón humana. Pero como es cuestionable que se haya llegado jamás a una verdad metafísica, Kant considera necesario que la razón se analice a sí misma, que valore sus propias capacidades para llegar a una conclusión sobre la posibilidad de la metafísica como ciencia. En caso de encontrar que es posible ya se procederá a ampliar nuestro conocimiento o, en caso contrario, se deberá poner «barreras concretas y seguras». Ese es, en última instancia, el cometido del proyecto crítico kantiano que, como sabemos, concluirá con la negación de la posibilidad de la metafísica como ciencia al no considerar un uso legítimo de la razón el aplicar las categorías del entendimiento para realizar juicios sobre ideas trascendentales como las de Dios, el alma o el mundo como totalidad. Las contradicciones nunca podrán resolverse y la metafísica se quedará en una simple aspiración natural que nunca logrará convertirse en conocimiento seguro.

Texto 6 | Matemáticas y física

«La matemática y la física son los dos conocimientos teóricos de la razón que deben determinar sus objetos a priori. La primera de forma enteramente pura; la segunda, de forma al menos parcialmente pura, estando entonces sujeta tal determinación a otras fuentes de conocimiento distintas de la razón.  La matemática ha tomado el camino seguro de la ciencia desde los primeros tiempos a los que alcanza la historia de la razón humana, en el admirable pueblo griego.(...) Una nueva luz se abrió al primero (llámese Tales o como se quiera) que demostró el triángulo equilátero. En efecto, advirtió que no debía indagar lo que veía en la figura o en el mero concepto de ella y, por así decirlo, leer, a partir de ahí, sus propiedades, sino extraer éstas a priori por medio de lo que él mismo pensaba y exponía (por construcción) en conceptos. Advirtió también que, para saber a priori algo con certeza, no debía añadir a la cosa sino lo que necesariamente se seguía de lo que él mismo, con arreglo a su concepto, había puesto en ella.» |Crítica de la razón pura) (pág. 2, líneas 46- pág. 3, líneas 15-21)

Texto 7 | El giro copernicano (I)

«Ocurre aquí como con los primeros pensamientos de Copérnico. Este, viendo que no conseguía explicar los movimientos celestes si aceptaba que todo el ejército de estrellas giraba alrededor del espectador; probó si no obtendría mejores resultados haciendo girar al espectador y dejando las estrellas en reposo. En la metafísica se puede hacer el mismo ensayo, en lo que atañe a la intuición de los objetos. Si la intuición tuviera que regirse por la naturaleza de los objetos, no veo cómo podría conocerse algo a priori sobre esa naturaleza. Si, en cambio, es el objeto (en cuanto objeto de los sentidos) el que se rige por la naturaleza de nuestra facultad de intuición, puedo representarme fácilmente tal posibilidad. Ahora bien, como no puedo pararme en estas intuiciones, si se las quiere convertir en conocimientos, sino que debo referirlas a algo como objeto suyo y determinar éste mediante las mismas, puedo suponer una de estas dos cosas: o bien los conceptos por medio de los cuales efectúo esta determinación se rigen también por el objeto, y entonces me encuentro, una vez más, con el mismo embarazo sobre la manera de saber de él algo a priori; o bien supongo que los objetos o, lo que es lo mismo, la experiencia, única fuente de su conocimiento (en cuanto objetos dados), se rige por tales conceptos. En este segundo caso veo en seguida una explicación más fácil, dado que la misma experiencia constituye un tipo de conocimiento que requiere entendimiento y éste posee unas reglas que yo debo suponer en mi ya antes de que los objetos me sean dados, es decir, reglas a priori. Estas reglas se expresan en conceptos a priori a los que, por tanto, se conforman necesariamente todos los objetos de la experiencia y con los que deben concordar.» 

Texto 8 | El giro copernicano (II)

«Se ha supuesto hasta ahora que todo nuestro conocer debe regirse por los objetos. Sin embargo, todos los intentos realizados bajo tal supuesto con vistas a establecer a priori, mediante conceptos, algo sobre dichos objetos —algo que ampliara nuestro conocimiento— desembocaban en el fracaso. Intentemos, pues, por una vez; si no adelantaremos más en las tareas de la metafísica suponiendo que los objetos deben regirse por nuestro conocimiento, cosa que concuerda ya mejor con la deseada posibilidad de un conocimiento a priori de dichos objetos, un conocimiento que pretende establecer algo sobre éstos antes de que nos sean dados.»


Texto 2 | 

«Ahora bien, en la medida en que ha de haber razón en dichas ciencias [las ciencias que se ocupan de objetos, y no como la lógica de las reglas del pensamiento], tiene que conocerse en ellas algo a priori, y este conocimiento puede poseer dos tipos de relación con su objeto: o bien para determinar simplemente éste último y su concepto (que ha de venir dado por otro lado), o bien para convertirlo en realidad. La primera relación constituye el conocimiento teórico de la razón; la segunda, el conocimiento práctico. De ambos conocimientos ha de exponerse primero por separado la parte pura sea mucho o poco lo que contenga, a saber, la parte en la que la razón determina su objeto enteramente a priori, y posteriormente lo que procede de otras fuentes, a fin de que no se confundan las dos cosas. En efecto, es ruinoso el negocio cuando se gastan ciegamente los ingresos sin poder distinguir después, cuando aquél no marcha, cuál es la cantidad de ingresos capaz de soportar el gasto y cuál es la cantidad en que hay que reducirlo.» (KANT,   Crítica de la razón pura) (página 2, líneas 31-41)

Texto 3 | 

«Si la elaboración de los conocimientos pertenecientes al dominio de la razón llevan o no el camino seguro de una ciencia, es algo que pronto puede apreciarse por el resultado. Cuando, tras muchos preparativos e intentos, la razón se queda estancada inmediatamente antes de llegar a su fin; o cuando, para alcanzarlo, se ve obligada a retroceder una y otra vez y a tomar otro camino; cuando, igualmente, no es posible poner de acuerdo a los distintos colaboradores sobre la manera de realizar el objetivo común; cuando esto ocurre se puede estar convencido de que semejante estudio está todavía muy lejos de haber encontrado el camino seguro de una ciencia: no es más que un andar a tientas. Y constituye un mérito de la razón averiguar dicho camino, dentro de lo posible, aun a costa de abandonar como inútil algo que se hallaba contenido en el fin adoptado anteriormente sin reflexión.» (KANT, Crítica de la razón pura)

Texto 4 | 

«La ciencia natural tardó bastante más en encontrar el camino de la ciencia. (...)Este descubrimiento puede muy bien ser explicado igualmente por una rápida revolución previa en el modo de pensar. Sólo me referiré aquí a la ciencia natural en la medida en que se basa en principios empíricos.

Cuando Galileo hizo bajar por el plano inclinado unas bolas de un peso elegido por él mismo, o cuando Torricelli hizo que el aire sostuviera un peso que él, de antemano, había supuesto equivalente al de un determinado volumen de agua, o cuando, más tarde, Stahl transformó metales en cal y ésta de nuevo en metal, a base de quitarles algo y devolvérselo, entonces los investigadores de la naturaleza comprendieron súbitamente algo. Comprendieron que la razón sólo reconoce lo que ella misma produce según su plan, que la razón tiene que anticiparse con los principios de sus juicios de acuerdo con leyes constantes y que tiene que obligar a la naturaleza a responder a sus preguntas, pero sin dejarse conducir con andaderas, por así decirlo.» (KANT,   Crítica de la razón pura) (pág. 3, líneas 23-38)

Texto 5 | 

«La razón debe abordar la naturaleza llevando en una mano los principios según los cuales los fenómenos concordantes pueden valer por leyes, y en la otra, el experimento que ella haya proyectado a la luz de tales principios; y la razón debe hacerlo para ser instruida por la naturaleza, pero no lo hará como un discípulo que escucha todo lo que el maestro quiera, sino como juez que obliga a los testigos a responder a las preguntas que él les formula. De modo que incluso la física sólo debe tan provechosa revolución de su modo de pensar a una idea, la de buscar en la naturaleza, conforme a lo que la misma razón pone en ella, aquello que debe aprender de ella, de lo cual la razón por sí sola no sabría nada.»  (KANT,   Crítica de la razón pura) (pág. 3, líneas 40-48)

Texto 6 | 

«La metafísica, conocimiento especulativo de la razón, completamente aislado, que se levanta enteramente por encima de lo que enseña la experiencia, con meros conceptos (no aplicándolos a la intuición, como hacen las matemáticas), donde por tanto, la razón ha de ser discípula de sí misma, no ha tenido hasta ahora la suerte de poder tomar el camino seguro de la ciencia. (...) Efectivamente, en la metafísica la razón se atasca continuamente, incluso cuando, hallándose frente a las leyes que la experiencia más ordinaria confirma, ella se empeña en conocerlas a priori. Incontables veces hay que volver atrás en la metafísica, ya que se advierte que el camino no conduce a donde se quiere ir. Por lo que toca a la unanimidad de lo que sus partidarios afirman, está aún tan lejos de ser un hecho, que más bien es un campo de batalla realmente destinado, al parecer, a ejercitar las fuerzas propias en un combate donde ninguno de los contendientes ha logrado jamás conquistar el más pequeño terreno ni fundar sobre su victoria una posesión duradera. 

¿A qué se debe entonces que la metafísica no haya encontrado todavía el camino seguro de la ciencia? ¿Es acaso imposible?» (KANT,   Crítica de la razón pura) (pág. 4, líneas 1-21)

Texto 9 | 

«Intentemos, pues, por una vez; si no adelantaremos más en las tareas de la metafísica suponiendo que los objetos deben regirse por nuestro conocimiento, (...) un conocimiento que pretende establecer algo sobre éstos antes de que nos sean dados.(...) Este experimento obtiene el resultado apetecido y promete a la primera parte de la metafísica el camino seguro de la ciencia, dado que esa primera parte se ocupa de conceptos a priori cuyos objetos correspondientes pueden darse en la experiencia adecuada. En efecto, según dicha transformación del pensamiento, se puede explicar muy bien la posibilidad de un conocimiento a priori y, más todavía, se pueden proporcionar pruebas satisfactorias a las leyes que sirven de base a priori de la naturaleza, entendida ésta como conjunto de los objetos de la experiencia. Ambas cosas eran imposibles en el tipo de procedimiento empleado hasta ahora. Sin embargo, de la deducción de nuestra capacidad de conocer a priori en la primera parte de la metafísica se sigue un resultado extraño y, al parecer, muy perjudicial para el objetivo entero de la misma, el objetivo del que se ocupa la segunda parte. Este resultado consiste en que, con dicha capacidad, jamás podemos traspasar la frontera de la experiencia posible, cosa que constituye precisamente la tarea más esencial de esa ciencia.»