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Conocimiento y/o realidad

Frente al racionalismo de Descartes, el empirismo de Hume se nos presenta como una filosofía que prescinde de ideas innatas y que considera que la experiencia es el principio de todo conocimiento. En eso coincide con Locke (otro empirista), que también considera que nuestra mente está en blanco cuando venimos al mundo. Sin embargo, Hume será más escéptico. Distingue dos tipos de conocimiento: (a) el conocimiento de relaciones de ideas, que es analítico y universal, pero que no nos dice nada sobre el mundo, no amplía nuestro conocimiento de la realidad; y (b) el conocimiento de hechos, que parte de nuestras impresiones empíricas (lo que percibimos), a partir de las cuales surgen las ideas simples y las complejas. Las primeras son como una copia o recuerdo atenuado de las impresiones, mientras que las segundas son el resultado de ciertas leyes de asociación (semejanza, contigüidad espacial o temporal). Entre estas formas de asociación de impresiones hay una que Hume critica radicalmente: la relación de causalidad. Tenemos impresiones de algo que ocurre antes y algo que ocurre después, pero aunque esa secuencia se repita innumerables veces nunca percibimos la conexión necesaria que une a eso que consideramos causa con lo que consideramos efecto. Así, el conocimiento humano se convierte en una simple cuestión de hábito y probabilidad. Hume también realizará una crítica similar de las tres sustancias cartesianas (mundo, yo y Dios), cuyo fundamento considera dudoso al no sostenerse sobre ninguna impresión empírica que justifique su validez como ideas. Ahora bien, pese a su escepticismo Hume acepta que las creencias en principios como el de causalidad o en sustancias como el propio yo son útiles y están justificadas puesto que nos simplifican mucho las cosas en el día a día.

Ser humano

El problema del ser humano es el eje sobre el que gira toda la filosofía de David Hume. Prueba de ello es el título de la que puede considerarse su obra más importante: Tratado de la naturaleza humana. En esta obra propone un método 'experimental' para el estudio de las cuestiones morales, tomando como modelo lo que Newton había hecho con la física. Hume intenta abordar el estudio de la naturaleza humana sin presupuestos, concibiendo la mente de modo similar al universo gravitatorio newtoniano: las impresiones serían como corpúsculos o átomos que se atraen o repelen entre sí por una especie de 'gravitación' (leyes de asociación). Su visión empirista (o fenomenista) de la mente y del conocimiento aspiraba a ser la base para la unificación de todas las ciencias, pero al final, Hume acabará siendo un escéptico que niega la posibilidad de una ciencia que nos ofrezca algo más que conocimientos altamente probables. Niega que podamos conocer un yo, y sin embargo, su visión del ser humano está cargada de optimismo. No hace falta que la ciencia nos dé certezas absolutas, sino que para los asuntos prácticos es suficiente la costumbre, las regularidades conocidas. No es necesario, una ley moral o que la razón pueda dominar nuestras pasiones (cosa imposible según él), sino un sentimiento de simpatía es suficiente para que la convivencia sea pacífica. Los seres humanos somos egoístas pero también nos movemos por la empatía y la benevolencia pues es más ventajoso convivir con los demás que tratar de sobrevivir aisladamente.

Dios

La cuestión de Dios se enmarca en  Hume dentro de la crítica general que hace de la metafísica y, en particular, dentro de la crítica de las tres sustancias cartesianas.  Al igual que ocurre con las ideas de Yo y de Mundo, en el caso de la idea de Dios, es obvio que no se trata de una idea que tenga como fundamento ninguna impresión empírica. De hecho, jamás podemos conocer por impresión algo que, de ser, sería necesario. Locke y Berkeley decían que Dios era la causa de mi existencia o de mis impresiones (respectivamente); pero para Hume no hay causas y por tanto tampoco puede haber Dios en ese sentido. Así, Hume rechaza todo tipo de pruebas de la existencia de Dios (tanto las de tipo a priori como las a posteriori). Con todo ello parece que Hume tendría que haberse decantado por el ateísmo (de lo cual tuvo fama), pero quizás su postura se corresponde más con un agnosticismo moderado o con un ligero deísmo (religión natural de la Ilustración). Por último, aunque Hume como empirista, forma parte de una tradición filosófica cada vez más reacia a admitir la existencia de Dios, en términos sociales es más flexible. Admite que la creencia puede ser buena.

Ética y/o moral

Contenidos básicos: Importancia de la moral. Emotivismo moral: razón incapaz de controlar las pasiones, no nos dice fines, solo medios. Falacia naturalista. Pragmatismo o utilitarismo. No es una ética egoísta. Simpatía.

Aunque Hume sea más célebre por desarrollar una teoría del conocimiento de tipo empirista y escéptico, las cuestiones morales estuvieron siempre en el centro de su filosofía. Su teoría moral se conoce con el nombre de 'emotivismo moral' puesto que Hume niega que la razón pueda o deba hacer nada para controlar las pasiones. Son nuestras emociones las que nos empujan a actuar, las que determinan nuestros fines. La razón no tiene más capacidad que la de ayudarnos a encontrar el camino más adecuado, de sugerirnos los medios mediante los cuales podemos alcanzar los fines que nos proponemos y mostrarnos las posibles consecuencias de nuestras acciones.

Además de evitar la falsa creencia de que nuestra razón puede imponerse a nuestras pasiones, Hume considera también que debemos evitar caer en la llamada falacia naturalista, que consiste en sacar enunciados morales (universales) partiendo de los hechos. No debemos de pasar del 'ser' al 'deber ser'.

Así, la ética de Hume no se puede fundar ni en la razón ni en la costumbre. Será una ética pragmatista que señala a la utilidad como valor supremo. Esto no significa que la ética de Hume sea una ética egoísta. Ciertamente buscamos lo que nos beneficia y lo que nos agrada moralmente (definirá virtud como «cualquier acción o cualidad mental que da a quien la ve un sentimiento agradable de aprobación»), pero Hume también cree que hay un sentimiento de simpatía (similar a la empatía) que nos hace buscar la felicidad de los demás. La simpatía es una especie de instinto moral altruista en la medida que reconoce que nuestra felicidad va unida a la de los demás. Así la moral depende de las emociones, pero no es una moral totalmente subjetiva porque en todo hombre hay una misma naturaleza emotiva.